Lo que aprendí al viajar por Argentina que la escuela no me enseñó

Habiendo reactivado mi plan de emigrar este año, me puse a pensar en todo lo que voy a extrañar de viajar por mi país. Se imaginarán que esto abrió una puerta en el laberinto que es mi mente y liberó miles de cosas, pensamientos y recuerdos de todo tipo. Intenté ordenarlos, sin mucho éxito, y terminé con una ensalada emocional de cientos de cosas sobre las que me gustaría escribir ahora que me reconecté con este tipo de posts «catárticos» que hace años dejé de publicar. Pero hubo un tema cuya escritura no quise posponer: las cosas que aprendí al viajar por Argentina y que no me habían enseñado en la escuela. Sin más preámbulo, acá van.

Sobre el legado de Sarmiento
Sobre el Campo de Hielo Patagónico Sur
Sobre los glaciares subsuperficiales
Sobre los jesuitas
Sobre la inmigración galesa
Sobre la historia de la Tierra
Sobre tantas otras cosas…

Sobre el legado de Sarmiento

Si hay un personaje polémico en la historia de Argentina es Sarmiento. Bueno, hay miles en realidad, porque acá nos apasiona armar polémica hasta por el color del metrobus de Quilmes, pero Sarmiento tiene algo especial. Una buena parte de la sociedad lo demoniza, otra enorme parte de la sociedad lo idolatra, pero el común denominador es que ninguna de ambas partes conoce toda la historia. ¡Ojo! Yo tampoco, y no quiero hacerme el sabelotodo, pero al viajar por Argentina (específicamente por San Luis, San Juan y La Rioja) visité lugares que me enseñaron otra parte de la historia de Domingo Faustino.

Cuando llegué a San Francisco del Monte de Oro, en San Luis, no tenía idea de qué había para ver. Por ende, no tenía demasiadas expectativas. Resulta que en ese diminuto pueblo puntano fundaron Sarmiento y su tío la primera escuela pública de Argentina. La construcción se mantiene tal y como era: pequeña, de paredes blancas, precaria. Es el orgullo del pueblo que se jacta de ser «la capital nacional de la educación pública» y sus amigables habitantes no dejan pasar la oportunidad de hablarte de Sarmiento.

Sarmiento tenía apenas 15 años cuando empezó a dar clases a, inicialmente, dos jóvenes de 22 y 23 años residentes de San Francisco del Monte de Oro. Su legado en el pueblo también fue la introducción de flores y legumbres, y la cooperación para el diseño y trazado de las calles del mismo.

san francisco del monte de oro
Frente de la escuelita

Mis viajes por Argentina me llevarían, años más tarde, a conocer su San Juan natal. La capital de la provincia homónima es chata y árida, siempre soleada y prolija. La casa donde el ex presidente fue criado es monumento nacional y fue una de las afortunadas construcciones que sobrevivieron al devastador terremoto de 1944. La casa-museo ofrece un recorrido por la vida y legado de Sarmiento, sus aportes a la política, la educación y la ciencia argentina, pero lo más interesante es que rompe el famoso mito de que «Sarmiento nunca faltó a la escuela», pintándolo como un niño prodigio. Aparentemente esto no solo no era cierto, sino que omitía el detalle de que el joven Domingo era un verdadero patotero, algo insolente, y se la pasaba metido en peleas.

Lo más interesante que aprendí sobre Sarmiento fue que ordenó la construcción de refugios en plena Cordillera de los Andes, a más de 4000msnm, para que los comerciantes y arrieros que cada día viajaban entre Argentina y Chile pudieran resguardarse del gélido e intenso viento. Están construidos cual nido de hornero, y tienen una historia interesantísima que ya les conté al hablarles de mi viaje a Laguna Brava. Los 13 refugios aún permanecen intactos en los Andes riojanos, y son una de las cosas más interesantes que ver en esta inhóspita región de Argentina.

refugio arrieros ruta 76 la rioja
Uno de los refugios cerca de la ruta 76, La Rioja.

Sobre el Campo de Hielo Patagónico Sur

Navegar el Lago Argentino pasando junto a témpanos y glaciares es una experiencia que te vuela la cabeza. Caminar sobre el Glaciar Perito Moreno es algo que jamás podré olvidar y una de esas cosas que podría hacer mil veces sin aburrirme. Pero incluso entre tanta inmensidad uno no es consciente de las dimensiones del hielo.

Sí, el dato de que la pared del Glaciar Perito Moreno es tan alta como el Obelisco de Buenos Aires es impresionante. El dato de que el Glaciar Upsala es 4,3 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires te hace flashear. Pero la verdadera bomba viene cuando los guías te cuentan que ese mar de hielo sin fin que desciende por los Andes y que se ve desde las pasarelas del parque nacional es apenas una partecita del tercer campo de hielo más grande del mundo. Como tal, esta es la tercera reserva de agua dulce más grande del mundo. ¿Quiénes la superan en tamaño? La Antártida y Groenlandia, ni más ni menos.

Es un dato que pone las cosas en perspectiva, y te deja pensando en la importancia de ese hielo que, año a año, va disminuyendo. No recuerdo haber tenido una sola clase de Geografía donde me contaran sobre el campo de hielo patagónico y lo que representa para Argentina, Chile, y el mundo entero… (ah, pero puedo contarte todo sobre el fallido «modelo ISI»).

¿Y sabés qué más? La capa de hielo en estas latitudes es tal que hace imposible delimitar el paso de los picos más altos de la Cordillera y el punto donde se produciría la división de aguas (las que fluyen al Atlántico y las que fluyen al Pacífico). Este es el criterio que se usó para definir el límite con Chile y, por eso, la línea fronteriza en esta zona de Santa Cruz (y, al otro lado de los Andes, en la Región de Magallanes) es más bien una estimación y no un límite definido. Algunos mapas, como Google Maps, directamente no muestran línea fronteriza alguna en este sector.

Sobre los glaciares subsuperficiales

Hablando de glaciares. ¿Sabían que hay glaciares en La Rioja? Por supuesto que yo no tenía idea. ¿Y sabían que existen glaciares adentro de montañas? Todo esto lo aprendí en mi viaje a Famatina, pueblito al que llegamos por casualidad y que terminó siendo uno de los lugares a los que más cariño les tengo.

Famatina es un pueblo riojano que hace muchos años estuvo en boca de todos cuando sus residentes, junto a residentes de otros pueblos y provincias, participaron de un bloqueo para impedir la exploración de las Sierras de Famatina (las sierras más altas del país) por parte de empresas mineras chinas y canadienses. ¿Por qué el bloqueo? Porque bajo la superficie de estas sierras, especialmente bajo «el nevado de Famatina», existen glaciares que representan la única fuente de agua de esta árida región. Ahí nacen varios de los estrechos cursos de agua que escurren sobre el suelo riojano y permiten, básicamente, la vida.

Los vecinos de Famatina te reciben con los brazos abiertos y, orgullosos de su lucha, no dudan en ofrecer sus autos para acercarte a la zona donde aún mantienen el corte de ruta y mostrarte parte de la belleza natural de esta desconocida región de Argentina (turísticamente hablando). Uno logra conectar con esa gente y su lucha, y entender la importancia de la misma. Ya les conté sobre esto en mi post Famatina: un pueblo que lucha, y cómo me marcó para -años más tarde- hacer trabajos sobre esto para la universidad y seguir interiorizándome en el tema. Yo le digo a cualquiera que, si puede, viaje a Famatina. No se van a ir decepcionados 😉

viajar por Argentina Famatina
Murales en Famatina

Sobre los jesuitas

Los jesuitas representaron una parte importante de la historia argentina durante la época colonial. Lo que no sabía, y que aprendí al viajar a Córdoba la última vez, fue el legado -aún vigente- que los miembros de la Compañía de Jesús dejaron. Los jesuitas son otro personajes que se suele demonizar al estudiar la historia, y sobre quienes hay varias versiones acerca de qué hicieron y cómo lo hicieron. Eso se lo dejaré a quienes dedicaron su vida a estudiar la historia.

¿Qué aprendí sobre los jesuitas en Córdoba? Visitar las antiguas estancias jesuíticas de Córdoba Capital y Alta Gracia es un viaje en el tiempo. La mayoría se remontan al siglo XVII. Aquellos pueblos notablemente influenciados por la labor de los jesuitas fueron, en la época, los más beneficiados educativa y comercialmente. Los jesuitas trabajaban con las comunidades desarrollando sistemas de riego, construyendo edificios, planificando diques, y levantando escuelas; todo buscando al mismo tiempo conseguir nuevos fieles mediante eventos culturales para integrar a la comunidad. Se diferenciaron de otros «evangelizadores» en el no uso de la violencia para imponer la religión. Eventualmente fueron expulsados de América, pero su legado en Córdoba sigue intacto. Tanto que, en Alta Gracia, sus sistemas de riego aún funcionan, su dique (el Tajamar) aún cumple su función original, y su estancia (tras haber pasado por múltiples manos y sirviendo a diferentes funciones) se mantiene casi intacta. Hoy se pueden visitar todos estos lugares y aprender un poco sobre qué hicieron exactamente los jesuitas acá; algo que va mucho más allá de lo que que expresé en estos párrafos.

Si te interesa leer más sobre el legado de los jesuitas en Córdoba, te invito a leer mi post sobre Qué ver en Alta Gracia.

Sobre la inmigración galesa

Todos nos sabemos de memoria la historia de la inmigración en los siglos XIX y XX. Los españoles e italianos que colmaban barcos y se aventuraban a una tierra desconocida pero prometedora en busca de una mejor vida, que ocuparon los conventillos de Buenos Aires y se esparcieron por donde hubiera tierras fértiles que trabajar y demás. En menor medida nos hablan de los alemanes, polacos, ucranianos y otros inmigrantes de Europa del Este. Pero no recuerdo que alguna vez me hayan mencionado la inmigración galesa.

No fue hasta mi viaje a la alucinante provincia del Chubut que me topé con esta poco hablada parte de la historia migratoria argentina. Viajar por Argentina es conocer cientos de culturas e identidades regionales, y Chubut no es la excepción. De este a oeste, de Gaiman a Trevelin, la cultura galesa es un denominador común. Casas de té por doquier, floricultura y prácticas agrícolas traídas de Gales, gastronomía única en Argentina, ¡y hasta poder presumir de la visita de la Princesa Diana! ¿Qué más pedir?

Los galeses llegaron a esta zona de la Patagonia en la segunda mitad del siglo XIX y fundaron colonias agrícolas (donde hoy se encuentran Rawson, Gaiman, Trelew, Trevelin y más). Trajeron consigo su conocimiento y cultura, y lo plasmaron en forma de molinos, tortas, y mucho té (entre otras cosas, claro). Fueron también los primeros en establecer asentamientos permanentes en la entonces inhóspita Chubut. Al día de hoy se estima que más de 50.000 galeses-argentinos habitan la Patagonia, y más de 12.000 aún mantienen la lengua galesa en casa. Esto se evidencia, por ejemplo, caminando por Trevelin y leyendo los apellidos grabados en los buzones, donde encontrar un Pérez o un Martínez es más difícil que encontrar un Jones o un Lloyd.

El pueblo galés en Chubut es orgulloso, y es en parte lo que invita al viajero a interiorizarse y aprender sobre esta cultura cuando visita la provincia. Aprender viajando es inevitable (para quien esté dispuesto, claro) y qué mejor que aprender de los que más saben ¿no?. Además, te aseguro que al ver las banderas galesas y las banderas de la comunidad galesa en Argentina (que reemplaza el Sol de Mayo por un dragón), hasta la persona más indiferente sentirá curiosidad.

Un dato que aprendí ahí fue que, a diferencia de otros colonos, los galeses no mantuvieron enfrentamientos con los pueblos originarios. Fueron lentamente avanzando por el entonces Territorio Nacional del Chubut hacia los Andes, fundando escuelas, formando granjas, y trabajando la tierra fértil del actual Valle Hermoso («Cwm Hyfryd» en galés). Otro dato: el prefijo «Tre-«, en galés, significa «pueblo». Así, Trelew significaría «pueblo de Luis» y Trevelin vendría a significar «pueblo del molino» (molino que aún existe y es museo). Sobre esto y más referido a la cultura galesa en Chubut te conté en mi post sobre Gaiman y Trevelin 😉

Te galés Trevelin Chubut
Té galés (y lo que iba quedando de las tortas) en Trevelin

Sobre la historia de la Tierra

Por supuesto que alrededor del mundo hay mil lugares donde aprender sobre la historia de la Tierra. Pero viajar por Argentina, más precisamente por San Juan y La Rioja, es una de las mejores.

El Parque Nacional Talampaya y el Parque Provincial Ischigualasto (más conocido como Valle de la Luna) protegen no solo flora y fauna, mas también seis capas geológicas expuestas a cielo abierto. Esta característica no se repite en ninguna otra región del planeta. En palabras del guía en Ischigualasto: este es «el Disney de los geólogos». Para darse una idea, es como si dejaras deslizar seis naipes uno sobre otro; así, la capa más antigua está parcialmente tapada por la que la sucedió, esta por la que vino después, y así sucesivamente hasta llegar a la capa más moderna. Esto convierte a esta parte de Argentina en una especie de «libro de geología a cielo abierto».

Yo fui a una escuela técnica. Las ciencias naturales no eran algo a lo que se le diera mucha importancia en la currícula escolar, pero me animo a decir que las escuelas convencionales tampoco enseñan sobre esto.

Pero eso no es todo: la exposición de estas capas geológicas también permite a los arqueólogos divisar ejemplares fósiles de especies que habitaron la Tierra durante todos esos períodos geológicos y estudiar así la evolución de las especies. Talampaya e Ischigualasto constituyen así el más completo y mejor preservado registro fósil del planeta, motivo por el cual esta región argentina es patrimonio mundial de UNESCO desde el año 2000.

Si te di ganas de viajar a este increíble lugar donde ciencia y turismo se unen, te invito a pasar por mi Guía para viajar a San Juan y La Rioja 😉

Sobre tantas otras cosas…

Tengo mucho más para contar, porque hay mucho más que aprendí viajando por Argentina. Pero el post me quedaría larguísimo. Me falta hablarte sobre la masonería argentina, sobre los planes de José C. Paz de ser presidente (y lo que hubiese pasado con la Casa Rosada si esto hubiese ocurrido), sobre la historia del petróleo en Argentina, sobre el triángulo de litio, sobre por qué Ushuaia es tan distinta, y más. Pero te invito a revolver este blog para seguir leyendo y, obviamente, a viajar por Argentina y aprender viajando.

¿Qué aprendiste durante tus viajes que la escuela no te enseño? ¡Compartilo en los comentarios! 🙂

Buenos viajes.

2 comentarios en “Lo que aprendí al viajar por Argentina que la escuela no me enseñó”

  1. Lidia Prestera

    Hola, hace poco que conoci tus viajes, tu manera de contarlos es muy entretenida y divertida sin dejar de notar una muy buena prosa y redaccion,nos haces pensar en nuestra bendita tierra tan maltratada,hasta pronto y ojala tengas muchos mas seguidores!!

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