Piriápolis: entre playa, cerros, alquimia y misterios

Había oído nombrar a Piriápolis antes de mi último viaje a Uruguay, pero nunca supe mucho sobre la misma. Asumía que se trataría de uno de los tantos balnearios uruguayos y, aunque mi presunción no estaba errada, se quedaba muy corta en cuanto a todo lo que la ciudad tiene para ofrecer. A continuación les cuento un poco de este balneario y qué ver en Piriápolis.

La ciudad está a 40km de Punta del Este y a 100km de Montevideo. Fue fundada en 1893 por Francisco Piria, quien se inspiró en la Belle Époque y los balnearios franceses para crear el Balneario del Porvenir -como bautizó a la ciudad-.

Piria fue un visionario pero, ante todo, un gran hombre de negocios: adquirió 2700 hectáreas de campo desde el Cerro Pan de Azúcar hasta la costa y logró convencer a montevideanos acaudalados de convertirse en propietarios en lo que él vendía como una especia de «tierra prometida» donde prosperar y vivir bien. ¡Y pensar que para entonces ni siquiera había cumplido 30 años! Su proyecto prosperó. Durante las primeras décadas del siglo XX el Balneario del Porvenir empezaría a atraer a aristócratas tanto de Montevideo como de Buenos Aires y, eventualmente, también a clases medias e incluso a estudiantes y a la clase obrera. Esto fue así porque Piria fue también un enorme promotor del turismo.

Piria construyó varios edificios en el balneario, muchos de ellos hoteles. El más famoso es el Hotel Argentino, finalizado en 1930. Ostentó el título del hotel más lujoso de Sudamérica hasta la década de 1940. Hoy es un punto obligado que ver en Piriápolis, y el primer lugar que visité en la ciudad. Se ubica frente a la Rambla de los Argentinos, en el centro de la ciudad.

En el Hotel Argentino conocimos a Penny Álvarez, guía de turismo y residente de Piriápolis de toda la vida. Conoce mejor que nadie la historia, la cultura, y los secretos de esta mítica ciudad. Recientemente trajo una propuesta nueva a la ciudad uruguaya: el Vintage Tour.

Esta innovadora propuesta turística permite al visitante sumergirse en la historia piriapolense y descubrir los secretos de Piriápolis en lenguaje y trajes de época. El tour empieza en el Hotel Argentino pero continúa con un paseo por la rambla en un auto antiguo. En el video al final del post les muestro apenas un poco de lo que el Vintage Tour ofrece. Para más información al respecto pueden consultar su sitio web.

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Hotel Argentino

El antiguo vehículo del Vintage Tour nos llevó bordeando la Rambla de los Argentinos hasta el Hotel Colón. Este es otro de los tantos edificios ideados por Piria; un auténtico petit-hotel francés frente al mar.

La costanera es prolija, tranquila, y deja ver una playa calma de arena clara y aguas azules que se extiende por casi 3km junto a la ciudad. Frente a la playa está la mayoría de locales comerciales: hoteles, restaurantes, mercados, bares, y demás. La Avenida Francisco Piria también concentra varios comercios.

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Hotel Colón y Rambla de los Argentinos

Las playas son, técnicamente, bañadas por las aguas del Río de la Plata. Pero estas aguas no se parecen en nada a las que estoy acostumbrado a ver en Buenos Aires. La realidad es que Piriápolis está próxima al «límite oficial» del río -una línea imaginaria que va desde la Punta Salinas en Punta del Este hasta la Punta Rasa en la Bahía de Samborombón en Argentina-. El «rio» en Piriápolis tiene un ancho de más de 200km y, como es lógico, sus aguas están muy mezcladas con el mar. Es por eso que, aunque técnicamente río, las playas de Piriápolis son más saladas que dulces y más azules que marrones. Hermosas, por decirlo fácil.

De cara al Sur, el horizonte es obstruido por una elevación verde que supera los 100 metros de altura: el Cerro San Antonio.

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Cerro San Antonio desde la Rambla de los Argentinos

El Cerro San Antonio es un punto obligado que ver en Piriápolis. Se puede subir en vehículo, a pie, o en aerosilla. En la cima, a 130 msnm, hay un centro de visitantes con un restaurante, baños, y la capilla de la cual el cerro toma su nombre: la Capilla de San Antonio. Cuenta la leyenda que a esa capilla van las personas a pedir novio.

La aerosilla del Cerro San Antonio cuesta USD 6,50 ida y vuelta o USD 5,20 por tramo (UYU 250 y UYU 200, respectivamente, a marzo 2020). El recorrido es de casi 500m entre la cima y el puerto de Piriápolis.

Las vistas desde arriba son imerdibles. Piriápolis se ve chiquita, casi mimetizada entre la frondosa vegetación de los cerros que, en conjunto con la playa y las aguas del río, nos regalan la postal imperdible de la ciudad. Mirando al norte hasta se llega a divisar el Cerro Pan de Azúcar, uno de los más altos y famosos de Uruguay. Este cerro está a pocos minutos de Piriápolis; se puede visitar su importante reserva de flora y fauna e incluso ascender a su cima en una caminata de más o menos una hora.

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Capilla de San Antonio
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Piriápolis desde el Cerro San Antonio

Recorriendo la ciudad de Piriápolis me perdí en los detalles arquitectónicos. Hay una mezcla de estilos más allá del francés que ya mencioné: lo italiano también resalta. Es que Piria pasó parte de su infancia y adolescencia en Italia, donde fue criado por su tío, quien era jesuita. Tras volverse de Italia y dedicarse a la actividad comercial en Montevideo -donde se lo considera fundador de varios barrios-, Francisco Piria se adentró en el mundo de la alquimia. Por este motivo es que Piriápolis esconde mucha simbología alquimista.

Piria habría identificado también varios puntos de intensa concentración energética no solamente en Piriápolis sino también en otros puntos de Uruguay (como la Plaza Matriz en Montevideo). En ellos dejaría su legado hasta el día de hoy. Tres de estos puntos en Piriápolis son la Fuente de Venus, la Iglesia de Piria, y el Castillo de Piria.

La Fuente de Venus se ubica al pie del Cerro del Toro y es una réplica de la que se encuentra en el templo griego de Villa Paravicini en Italia.

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Fuente de Venus | Fuente: Flickr

La Iglesia de Piria está un poco alejada del centro de Piriápolis pero merece una visita -desde lejos-. La construcción quedó inconclusa al fallecer Piria, ya que la Curia nunca la aceptó como templo de la Iglesia Católica por poseer símbolos vinculados a la alquimia. Según nos contaron, la Iglesia está ubicada en un punto estratégico con una orientación al Este de modo que entrar la luz solar durante el equinoccio se iluminara directamente el altar.

El Castillo de Piria es la más fascinante de todas las construcciones vinculadas a este mítico personaje y otro punto imperdible que ver en Piriápolis. Fue erigido como «centro filosofal» y fue habitado por Piria durante un tiempo. En su subsuelo se encontraba el laboratorio, tapiado desde hace varias décadas.

El Castillo de Piria está en el km 7 de la Ruta 37 y se puede visitar en un recorrido autoguiado siguiendo las indicaciones y carteles informativos que hay en el edificio. La entrada es libre y gratuita.

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Castillo de Piria

En el Castillo volvimos a encontrarnos con Penny Álvarez, quien nos dio una rápida recorrida. Ya desde antes de entrar al edificio se nota que estamos en un lugar especial:

Penny nos hizo notar un extraño árbol a metros de la torre de la derecha. Se trata de un Drago (Dracaena draco) que crece en el Oeste de Marruecos y en las Islas Canarias. Para que Francisco Piria decidiera traer algunos ejemplares del peculiar árbol a su castillo, algo especial ha de tener. Resulta que la savia de Drago -que adquiere un color rojo sangre al contacto con el aire- ha tenido gran uso en alquimia desde el medioevo y también por sus propiedades medicinales. Más interesante aún es que cualquier intento por transplantar estos ejemplares ha fracasado; supuestamente esto tiene que ver con que Piria habría tratado a las plantas con la «piedra vegetal» que confiere protección a estas especies.

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Una vez dentro del castillo -que es una mezcla de estilo medieval y renacentista- recorrimos primero la planta baja. Ahí se exhiben imágenes, elementos antiguos de la época, y hasta los gigantes volantes que Piria usó para vender los lotes de su balneario a los compradores: «Piriápolis es la Niza de Sud América» reza uno de los carteles.

La piedra -extraída del cercano Cerro Pan de Azúcar- es un elemento constante en todo el edifico. También lo es la simbología alquimista y algunos conceptos de la masonería -institución con la que Piria tuvo un acercamiento en algún momento de su vida-. La conexión más obvia son las 33 habitaciones del castillo, siendo el 33 el «número maestro» y el más alto grado en la masonería.

En el nivel superior se visitamos el antiguo comedor con elementos originales del edificio, traídos desde Europa: mesas, sillones, pinturas, y muebles. Funcionaban en esta planta varias habitaciones, una sala de música, y un escritorio. Pero lo más interesante es una puerta que no conduce a ningún lado en el hall. «A ningún lado en este mundo», como dijo Piria.

Como podrán imaginar a esta altura, el Castillo de Piria esconde decenas de secretos, misterios, y datos increíbles. Es un lugar obligado que visitar Piriápolis. Imperdible es un adjetivo que le queda corto.

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Entrada de carruajes del Castillo de Piria

El Castillo de Piria no es el único castillo que visitar en Piriápolis. A 10km de la ciudad, en el balneario vecino de Las Flores, el Castillo Pittamiglio invita a ser visitado. La construcción es unos 60 años más joven que el Castillo de Piria y, al igual que este, mantiene una estrecha relación con el mundo de la alquimia. Esto es así porque su arquitecto, Humberto Pittamiglio, fue también alquimista.

El Castillo Pittamiglio sólo se puede visitar en visitas guiadas. En este enlace pueden consultar más información.

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Castillo Pittamiglio | Fuente: Wikimedia Commons

Viajar a Piriápolis

Como dije al principio del post, Piriápolis me sorprendió. Es un excelente lugar donde pasar -al menos- un fin de semana (aunque una escapada por el día desde Punta del Este, Montevideo, u otra parte de Uruguay, también es gran opción). A diferencia de otros de los lugares más conocidos del Departamento de Maldonado -como Punta del Este o José Ignacio, etc.- Piriápolis es mucho más accesible al bolsillo de, por ejemplo, nosotros los estudiantes 😉

En los alrededores de Piriápolis, a menos de una hora de viaje, se encuentran sierras, castillos, playas, pueblos rurales, viñedos, olivares, reservas naturales, y la mismísima Punta del Este. La variedad de opciones para disfrutar tanto en la ciudad como cerca de ella la convierten en un excelente destino no solamente en verano sino también el resto del año.

CÓMO IR A PIRIÁPOLIS DESDE BUENOS AIRES

La forma más directa de viajar a Piriápolis desde Buenos Aires es en ferry a Colonia o a Montevideo y de ahí en bus a Piriápolis. Si querés saber cómo viajar a Uruguay desde Buenos Aires en los distintos ferries que hay, te invito a leer: Colonia Express, Seacat, y Buquebús: mi experiencia viajando a Uruguay. El viaje, entre ferry y bus, demora menos de 4 horas.

También se puede llegar en avión, desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco en Montevideo o el Aeropuerto Internacional Laguna del Sauce en Punta del Este.

DÓNDE ALOJARSE EN PIRIÁPOLIS:

La oferta de alojamiento en Piriápolis es más accesible que en otras playas de Uruguay y abarca hoteles de todas las categorías, hostels, casas de alquiler y más.

La mayoría de hoteles y alojamientos se encuentran cerca de la costa, en el centro, pero tampoco dejen de chequear las opciones en los alrededores. Incluso si no cuentan con vehículo propio, hay un par de opciones de transporte público para moverse entre Piriápolis y las localidades cercanas.

En este enlace podrás consultar la amplia oferta de hostels y hoteles en Piriápolis.

¡Espero haberlos dejado con ganas de viajar a Piriápolis! Si con todo este post no alcanzó, acá te dejo el video de mi paso por esta increíble ciudad 😉

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