Valparaiso

Perdido en Valparaíso: un día en la mítica joya del Pacífico

De Valparaiso tenía referencias mixtas. Están los que aman esta ciudad portuaria calificándola como una de las más lindas de Chile y están los que hablan de ella como un lugar viejo, ruidoso, y peligroso. La mayoría de las personas no me había hablado bien de Valparaiso… Los comentarios eran siempre «¿A Valparaíso vas?«, «Tené cuidado, es peligroso«, «No hay nada en Valparaiso«, etcétera… Como ya se imaginarán, los ignoré a todos.

¿Cómo iba a dejar pasar la oportunidad de conocer una ciudad tan mítica y famosa?

Empezaba mi tercer día viajando solo. Dejé el hostel en Viña del Mar a eso de las 9 de la mañana y caminé hasta la estación Miramar del metro que comunica Viña con Valparaíso. El piso del andén brillaba y había música de fondo. No pasaron ni 2 minutos hasta que vino el tren.

Al abandonar la estación Miramar en dirección a Valparaíso, las vías salen a la superficie y pronto se empieza a viajar bordeando la costa pudiendo ver el mar durante el viaje.

Descendí en la estación Barón, en el lado Este de la ciudad, y comencé a caminar por la Avenida Argentina. Esa zona de Valparaíso no es precisamente linda… Llegué a verle un parecido al barrio de Constitución, en Buenos Aires, por los viejos edificios, las veredas angostas y lo ruidoso de las calles. Pero eso fue solo una primera impresión, caminando más vería que Valparaiso es una ciudad única.

Lo primero que me llamó la atención fue el Congreso. No solo pensaba yo que dicho edificio se encontraría en Santiago, por ser la capital del país, sino que también esperaba que se tratara de una construcción clásica y con una cúpula. Pero el Congreso de Chile funciona en un moderno edificio que sobresale entre las construcciones de Valparaíso desde 1990, cuando el país recupera la democracia tras 16 años del régimen de Pinochet.

Continué por Avenida Argentina hasta la Avenida Colón, bajé hasta Independencia y seguí hasta llegar a la Plaza Victoria.

La plaza está adornada con cuatro estatuas. Cada una representa una de las cuatro estaciones y llevan el nombre de la estación en cuestión, escrito en francés. El edificio que más resalta alrededor de la plaza es la Catedral de Valparaíso.

Plaza Victoria Valparaiso
Catedral de Valparaiso

Seguí caminando, ahora por la calle Edwards, que me condujo a la calle Ferrari. Esta última se vuelve tan empinada en algunos tramos que las veredas pasan a ser escaleras. Empezaba a ascender por el primero de tres cerros que subiría durante mi día en la ciudad.

La calle conduce hasta «La Sebastiana«, una de las tres casas de Pablo Neruda. Hoy es un museo y se puede visitar. No solo se puede conocer la casa sino también consultar bibliografía en una biblioteca y disfrutar de una de las mejores vistas de Valparaíso desde el mirador que hay frente a la casa.

La Sebastiana, Valparaíso
La Sebastiana
La Sebastiana, Valparaíso
Vista desde el mirador

La bajada del cerro fue más rápida, hasta que me perdí y terminé en un estacionamiento que tenía una increíble vista de la ciudad (pensé que se trataba de un callejón como los otros hasta que me percaté de que una familia me miraba desde el portón de ingreso al estacionamiento -que yo no había visto- esperando a que me fuera para cerrar con llave).

Resultó que el mapa que llevaba no tenía marcados los caminos peatonales, y Valparaiso está plagada de ellos… Perderse es muy fácil, y lo mejor es que en cada callejón pareciera haber algo que ver. La ciudad es un auténtico museo al aire libre.

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Pasé por pasajes estrechos y coloridos hasta que encontré una angosta calle (que tampoco figuraba en mi mapa) y seguí descendiendo. Dicha calle se cortaba un momento, dejando ver unas escaleras mal mantenidas que se escurrían entre viviendas en el mismo estado. Sentí que me estaba alejando del circuito turístico y adentrándome en la versión más «realista» de Valparaíso. Pasé un rato entre los angostos pero coloridos callejones hasta que divisé una avenida más abajo. De alguna forma había llegado a la Avenida Brasil, en el ruidoso centro de Valparaíso.

Caminé por la Avenida Brasil, que luego cambia de nombre a Blanco, sin detenerme mucho. Estaba repleto de gente yendo y viniendo a las apuradas; típico del centro de una gran ciudad. La zona no es la más linda de Valparaíso, pero debía pasar por ahí para llegar al famoso Cerro Alegre.

Valparaiso

Por la calle Urriola llegué al Pasaje Fischer (la zona está plagada de hostels). El Fischer es un pasaje angosto con escaleras pintadas de colores por el que se asciende al Cerro Alegre, una de las zonas más turísticas de Valparaíso.

Una vez arriba, el panorama de la ciudad es distinto: no hay ni ruido, ni tráfico, y todo está copado por turistas. El barrio está lleno de cafés, bares, restaurantes, y tiendas que, en su mayoría, venden arte.

Caminé por ese barrio tranquilo y prolijo siguiendo las indicaciones para llegar al Paseo Yugoslavo, otro de los miradores famosos de la ciudad.

Valparaiso
Casa frente al Paseo Yugoslavo

Desde la terraza mirador junto al Palacio Baburizza se puede ver todo el centro de Valparaiso y las enormes grúas de puerto.

Para descender tomé el ascensor «El Peral», uno de los más antiguos. Tanto el ascenso como el descenso costaban CLP 100 (USD 0,15).

Al salir del ascensor ya me encontraba a metros de la Plaza Sotomayor, sobre la cual estaban armando un escenario para algún espectáculo. Frente a la plaza se ve el gran edificio de la Comandancia en Jefe de la Armada y el Monumento a los Héroes de Iquique.

Monumento a los heroes de Iquique
Monumento a los heroes de Iquique

Caminé hacia el norte, pasando por la Plaza Echaurren, una calle con mucho street art (al igual que gran parte de la ciudad) y luego por una zona algo descuidada y llena de puestos callejeros vendiendo fruta y ropa. Mi última parada en Valparaíso antes de volverme a Viña del Mar sería el Paseo 21 de Mayo.

Como mi mapa no incluía varios de los pasajes peatonales de Valparaíso, le pregunté a una señora qué tan seguro era subir hasta el Paseo 21 de Mayo por una escalera que yo supuse que conducía hasta allí.

«Sí, joven, por ahí puede llegar… Pero cuidado con los pungas» me dijo, señalando el camino. Le di las gracias y subí. No me crucé ni a una persona hasta que llegué al mirador pero, por las dudas, iba atento.

Desde el Paseo 21 de Mayo se tienen vistas privilegiadas del puerto de Valparaiso y de toda la bahía. Es el mirador más lindo de los que visité en la ciudad. Además, hay un restaurante y un mercado de artesanos que venden desde llaveros hasta pinturas. Todo el ambiente estaba acompañado de música de los años 80′ y el clima de Valparaiso que es lo mejor: no hace ni frio ni calor y constantemente sopla una brisa.

Paseo 21 de Mayo Valparaiso
Vista desde el Paseo 21 de Mayo

El Museo Naval y Marítimo está a pocos metros del Paseo 21 de Mayo pero se encontraba cerrado. También hay un ascensor que realiza el ascenso hasta el Paseo desde el viejo edificio de la Aduana, junto al puerto.

Tras haber descansado y merendado fruta viendo los barcos llegar y partir, descendí por donde había venido y caminé hasta la estación Puerto del metro de Valparaíso para volver a Viña del Mar a eso de las 6 de la tarde.

Tener un mapa incompleto de la ciudad hizo que me perdiera en Valparaiso, y eso terminó siendo la mejor manera de ver esta mítica ciudad de la que tanto me habían hablado (casi siempre de mala manera). Volví a comprobar que dejarse guiar por las impresiones negativas de otra persona no sirve: a mí Valparaiso me gustó (salvo algún par de rincones ruidosos y sucios) y me pareció una ciudad única a la que algún día volveré para seguir recorriendo. 🙂

Alojarse y explorar Valparaíso

Tanto Viña como Valparaíso son importantes ciudades y centros turísticos de la costa chilena. Hay que conocer ambas. Valparaíso es quizá un poco más accesible para alojarse, con mucha mayor oferta de hostels y albergues. En Viña del Mar se encuentran más hoteles. En ambas es una práctica común alquilar departamentos (AirBNB es una buena opción).

Cualquiera sea tu elección de alojamiento desde donde explorar la Región de Valparaíso, la movilidad en transporte público es buena y es fácil moverse entre Valparaíso, Viña del Mar, y Concón. También hay enorme cantidad de tours y excursiones que hacer en Valparaíso, y estos son otra buena alternativa para conocer los miradores, ascensores y paseos que hacer en Valparaíso.


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