Desde que me mudé a Berlín tuve la suerte de hacer varias escapadas desde la capital alemana. Una de ellas, y quizá la más famosa de todas, es pasar el día en Potsdam. La antigua ciudad es la capital del Estado de Brandeburgo y se puede llegar por EUR3,80 en transporte público desde Berlín, en una hora. Tan solo alcanza con tomar el tren S7 hasta Potsdam desde cualquiera de las estaciones que esta línea cubre en Berlin. A continuación te cuento sobre la ciudad, cómo recorrerla, y qué ver en Potsdam en un dia.
ÍNDICE:
1. Alter Markt
2. Brandenburger Strasse
3. Palacios del Parque Sanssouci
4. Barrio Holandés & Alexandrowka
5. Neuer Garten
6. Puente de los espías
7. Tours en Potsdam
ALTER MARKT
La plaza del viejo mercado (Alter Markt) está a minutos de la estación de tren. Al cruzar el puente que conecta la estación de tren con la ciudad, la plaza se alcanza a los pocos minutos caminando. Es un buen punto desde donde empezar a recorrer Potsdam.
En esta plaza existió el Palacio de Potsdam, uno de los tantos palacios reales prusianos que quedó destruido tras los bombardeos de 1945 y que posteriormente sería demolido por el régimen soviético que controlaría Alemania Oriental. Este patrón de edificios perdidos se repite en muchas plazas de Potsdam, como también en Berlín. Hoy, frente a la plaza, está la Iglesia de San Nicolás (St. Nikolaikirche) y el Museo Barberini, dedicado al arte impresionista. A pocos metros, en la plaza Neuer Markt, también se puede visitar la Casa de Historia de Prusia y Brandeburgo (Haus der Brandenburgisch-Preußischen Geschichte) y el Museo del Cine (Filmmuseum), que honra a la industria cinematográfica alemana (Potsdam resulta ser no solo una de las ciudades con mayor historia de Alemania, sino también un importante polo cinematográfico).
BRANDENBURGER STRAßE
La calle de Brandeburgo es la principal en Potsdam. Se la alcanza a los pocos minutos de Alter Markt y Neuer Markt y está flanqueada por dos edificios icónicos en sus extremos. De un lado, la Iglesia Católica de San Pablo y San Pedro. Al otro, la Puerta de Brandeburgo (que no se parece en nada a la berlinesa). Esta puerta es un enorme arco de triunfo, construido en 1770, y simboliza la victoria prusiana en la Guerra de los Siete Años.
La calle de Brandeburgo es un buen lugar donde almorzar, con cafés y restaurantes para todos los gustos. También hay mercados para aprovisionarse de comida y bebida antes de arrancar la recorrido de palacios, que llevará casi todo el resto del día.
PARQUE SANSSOUCI
El parque Sanssouci es la principal razón por la cual visitar Potsdam en un dia desde Berlín. Vale absolutamente la pena, y es realmente impresionante. Al gigantesco parque (declarado Patrimonio de la Humanidad) se llega caminando pocos minutos desde la Puerta de Brandeburgo. En su interior existen cuatro palacios prusianos, decenas de esculturas y monumentos, enormes jardines, y una iglesia.
La iglesia es el primer edificio que llama la atención al ingresar al Parque Sanssouci. Su nombre, Friedenskirche, significa «Iglesia de la Paz». Construida como iglesia real en la década de 1850 por orden del rey prusiano Friederick Wilhelm IV, su estilo asemeja el de un monasterio italiano. Esto se debe a la obsesión de este monarca por la arquitectura italiana de la época. Recorrer las galerías es todo un viaje que te hace sentir fuera de Alemania.
Desde la parte trasera de la iglesia se accede al jardín Marlygarten, cuyos caminos transcurren entre flores y esculturas hasta llevar a la Gran Fuente (Große Fontane) frente a los jardines escalonados del Palacio Sanssouci (Schloss Sanssouci). Este es quizá el palacio más famoso que ver en Potsdam, y parada obligada durante una visita a la ciudad.
Sanssouci es una palabra francesa que significa algo así como «sin preocupaciones». El palacio representaba justamente eso para Federico el Grande: una residencia de verano donde descansar. Acá venía el rey prusiano a dedicarse a las artes: música y literatura, pero también filosofía. Célebres eran las tertulias de las que era anfitrión y a las que atendían figuras como Voltaire. El palacio es especial porque cuenta con una sola planta. El estilo es rococó, pues era la moda de la época para resaltar la gracia y la opulencia, pero también la luminosidad. Esta última era una de las claves del Sanssouci, que buscaba estar en contacto con la naturaleza a su alrededor; de ahí los ventanales convenientemente orientados al impresionante jardín.
Las arcadas de la parte trasera del palacio conducen al Jardín Holandés (Hollandischer Garten) y al molino histórico de Sanssouci, junto al cual funciona una casa de té y Biergarten. Caminando un poco más hacia el Oeste, se alcanza el segundo palacio del parque: el Palacio de la Orangerie (Orangerieschloss).
Este palacio también fue construido a mediados del siglo XIX bajo orden de Friedrich Wilhelm IV de Prusia. El estilo del palacio es renacentista italiano, de nuevo, por su admiración hacia el arte italiano. No solo la fachada de 300m de largo evoca este estilo, mas también las fuentes, esculturas, los balcones y hasta las plantas del jardín.
El plan era que al palacio se llegase por una explanada triunfal que cruzaría los monumentales arcos de triunfo a un lado del mismo. Pero la turbulencia política de la época impidió que el proyecto se concretara como había sido planeado. El lugar que ocuparía la explanada terminó siendo una arboleda que conduce al Belvedere del Palacio de la Orangerie.
Desde el Belvedere hay que seguir los caminos del parque hacia el Sur. Se pasa por la Casa del Dragón (Drachenhaus), otra casa de té y Biergarten.
La próxima parada del recorrido por el Parque Sanssouci será el Neues Palais, un colosal palacio de mármol y piedra que Federico el Grande ordenó construir para conmemorar la victoria prusiana en la Guerra de los Siete Años. Por este motivo es que este palacio nunca fue una residencia real. Su fin era ostentar poder al recibir allí a invitados de honor de la realeza prusiana. En sus más de 200 habitaciones se hacían bailes y otros eventos sociales. El palacio quedó en desuso tras la muerte de Federico el Grande. Fue reutilizado casi un siglo más tarde, como residencia de verano por el emperador del Imperio Alemán, Federico III, y su sucesor Guillermo II. Tras la Revolución de Noviembre al final de la Primera Guerra Mundial y la consecuente caída del Imperio, el palacio se convirtió en museo. Hoy funciona como tal pudiéndose visitar, y también alberga algunas facultades de la Universidad de Potsdam.
La Universidad de Potsdam tiene un campus histórico increíble, no solo por lo grande mas también por lo arquitectónico. Esta belleza está justo detrás del Neues Palais y vale la pena darse una vuelta.
El último palacio que visitar en el Parque Sanssouci está al sudeste del Neues Palais y es el Palacio de Charlottenhof (Schloss Charlottenhof). Es el más pequeño de todos, y fue un obsequio de Federico Guillermo III a su hijo heredero. Yo no pude visitarlo porque en el momento se encontraba en refacción.
Desde ahí se puede volver a la ciudad por los caminos del parque o tomar el tren regional en la estación Charlottenhof de regreso a la estación de Potsdam.
BARRIO HOLANDÉS & ALEXANDROWKA
De regreso en la ciudad vale la pena darse una vuelta por el Barrio Holandés (Holländisches Viertel), con sus clásicos edificios de ladrillo de típico estilo neerlandés. Es uno de los puntos más interesantes de la ciudad. Hay galerías de compras, bares, cervecerías y restaurantes. Su existencia se debe a que, durante el siglo XVIII, el monarca Federico Guillermo I invitó a cientos de artesanos holandeses a instalarse en Potsdam. En este distrito vivían y trabajaban en sus talleres, y hoy es uno de los rincones más lindos que visitar en Potsdam. Su legado cultural es palpable más allá de los arquitectónico ya que no cuesta encontrar cervezas holandesas o artesanías tradicionales.
Muy cerca está también la colonia rusa, el barrio de Alexandrowka. Se trata de un pequeño distrito construido en 1825 para un grupo de inmigrantes rusos. La arquitectura es tradicional rusa y hay una pequeña capilla ortodoxa para visitar.
NEUER GARTEN
Una de las antiguas puertas de la ciudad, cercana al barrio holandés, es Nauener Tor. Así como esta, hay varias puertas que antiguamente controlaban el ingreso y egreso a la ciudad. Solo quedan las puertas, ya que las murallas fueron demolidas hace tiempo. Desde esta puerta, caminando por la calle Kurfürstenstraße, se llega al lago Heiliger See. Si pasan antes por Alexandrowka, el lago también queda cerca.
El Heiliger See está rodeado por un gran parque, el Neuer Garten. Este parque fue concebido siguiendo los patrones paisajísticos de los jardines ingleses del siglo XVIII, y alberga a dos importantes edificios. Uno es el Palacio de Mármol (Marmolpalais) de estilo clásico y que sirvió de residencia de verano para Federico Guillermo II. El otro es el Palacio de Cecilienhof (Schloss Cecilienhof) que el Emperador Guillermo II de Alemania hizo construir para su hijo el príncipe Guillermo de Prusia y su esposa, la princesa Cecilia de Mecklemburgo-Schwerin. Pero este último palacio no es célebre por la historia prusiana, mas por haber sido la sede de la Conferencia de Potsdam. Esa fue la conferencia en la que el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Iósif Stalin, el primer ministro británico Winston Churchill y el presidente estadounidense Harry Truman acordaron, tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, la división de Alemania que duraría hasta 1990.
PUENTE DE LOS ESPÍAS
Potsdam es mucho más que historia prusiana. La ciudad tuvo un rol importante durante la Guerra Fria, ya que limitaba con la porción de Berlín que había quedado bajo el control de los Aliados, específicamente con la parte estadounidense. Quizá uno de los lugares que mejor represente esta parte de la historia reciente sea el Puente Glienicker (Glienickerbrücke).
Al puente se llega caminando por el Neuer Garten. Nombrado así por el palacio de Glienicke (que está ahí nomás pero no llegué a conocer), cruza el límite entre los estados de Berlín y Brandeburgo. Al estar en la parte Occidental de Berlin, el puente fue el nexo entre dos mundos durante la Guerra Fria: Berlin Occidental (esta parte administrada por EEUU) y Potsdam (parte de la República Democrática Alemania).
En 1952, Alemania Oriental cerró el puente a los ciudadanos occidentales y, tras la construcción del Muro de Berlín en 1961, el puente quedó inhabilitado a cualquier ciudadano. Al haber quedado como parte de la frontera, los estadounidenses y los rusos usaron el puente para concretar el intercambio de espías capturados en ambos lados. De ahí recibió su apodo como «Puente de los espías» y se lo puede ver en muchas películas sobre la Guerra Gría.
El puente volvió a ser transitable el 10 de noviembre de 1989, el día después de la caída del muro. Hoy, cruzarlo al atardecer es la mejor postal para terminar una visita a Potsdam por el día.
Desde el puente se puede regresar a Potsdam bordeando el lago Tiefer See y regresar a Berlin en tren desde Potsdam, o seguir los caminos del Parque Glienicker, del lado berlinés. Este parque boscoso también atestigua la cruda historia de la división alemana, señalizando por donde pasaba el muro. Una serie de caminos lleva al puente Klein Glienicke (Pequeño Glienicke) y de ahí al Palacio de Babelsberg. A mi no me alcanzó el día para visitar este, pero si tu escapada a Potsdam es en verano, con días largos, seguramente el tiempo sea suficiente para verlo todo 😉
Si optas por esta opción, los caminos del enorme Parque Bebelsberg te llevarán eventualmente al centro del suburbio homónimo donde tomar el tren S7 de regreso a Berlín.
TOURS QUE HACER EN POTSDAM EN UN DIA
Recorrer Potsdam en un dia por cuenta propia es un gran plan. En la mayoría de lugares que visitar hay carteles informativos en alemán e inglés para aprender sobre la historia de esta hermosa ciudad. Sin embargo, si te interesa hacer un tour en español para mayor comodidad, también hay varias opciones: desde free walking tours hasta buses turísticos. Acá te dejo algunas opciones 😉
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