visitar Heidelberg

¿Qué tan sobreestimada está Heidelberg?

Al norte del valle del río Neckar, en el estado federado alemán de Baden-Wurtemberg, la ciudad de Heidelberg presume de su reputación como «la ciudad más linda de Alemania». En noviembre pasado visité esta región del país por trabajo y aproveché la ocasión visitar Heidelberg un fin de semana. ¿Mi veredicto? Acá les cuento.

Heidelberg ocupa lugar en un pequeño valle donde las aguas del Neckar empiezan a ensancharse de a poco, en camino a Mannheim, para terminar desembocando en el Rin. El río ya no es un estrecho paso de agua, como lo había visto en Tübingen, y divide a la ciudad en dos. Las montañas que dan forma al valle no superan los 550 metros de altura, y en otoño era un espectáculo de colores, aunque lo vi ya afectado por la primera nevada de la temporada.

La ciudad es conocida por su universidad, la más antigua y una de las más importantes de Alemania. El campus es inmenso, una auténtica ciudad dentro de la ciudad, y su influencia se extiende más allá de las fronteras nacionales.

jardin botanico de la universidad de heidelberg
Jardín botánico de la Universidad de Heidelberg

Pero empecemos por hablar del elefante en la habitación, eso que no podemos ignorar al visitar cualquier parte de Alemania. A diferencia de la mayoría de centros urbanos del país, Heidelberg apenas sufrió bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Esto se debió a que, como Heidelberg no era ni un centro industrial ni de transporte, los ataques aéreos se centraron en las ciudades industriales vecinas. Los estadounidenses luego usaron Heidelberg de base para sus operaciones hacia el final de la guerra y la posterior ocupación de Alemania. En consecuencia, la ciudad tiene uno de los cascos históricos mejor preservados y auténticos del sur alemán.

El Castillo de Heidelberg es la estrella del lugar. Mejor dicho, sus ruinas. El predio consta de varios edificios, incluida la Dicker Turm (torre gruesa) y el jardín desde donde se tiene una impecable vista de la ciudad y el valle. En su interior alberga el Museo Alemán de Farmacia (de entrada gratuita y que recomiendo totalmente) y el Gran Barril del castillo (de 7m de ancho por 8,5m de largo y una capacidad de 222.000 litros). El castillo fue construido en el siglo XII y sufrió daños por conflictos y desastres naturales en los siglos siguientes, hasta su abandono. No fue hasta hace pocas décadas que se volvió una de las principales atracciones turísticas de la zona. Dependiendo de la época del año en que visiten Heidelberg, podrán disfrutar ahí de diversos espectáculos tradicionales. La entrada al predio y el museo es gratuita, pero ingresar a las ruinas cuesta unos EUR 8.

castillo de heidelberg
Gran Torre del Castillo de Heidelberg

Al castillo se puede llegar a pie, caminando por uno de los barrios más elegantes de Heidelberg sobre la ladera de una colina, o en funicular. El funicular cuesta EUR 9 por persona e incluye la entrada al castillo. Hay una opción de llegar, con el mismo medio de transporte, hasta la cima de Königstuhl, la colina en cuya ladera se ubica el castillo. En el lugar hay varios circuitos de senderismo en los bosques que tapizan las colinas, pudiendo llegar a antiguas ruinas, viñedos, y al observatorio.

Visitar Heidelberg
Vista de Heidelberg hacia Königstuhl

Un circuito de senderismo más corto para hacer si tan solo estuvieras un día en Heidelberg es el camino de los filósofos (Philsophensweg). El mismo parte desde la ciudad, en el lado al norte del río Neckar, y sigue el camino del río pero ascendiendo sobre las colinas. Hay un tramo corto y pavimentado y varios desvíos en el bosque hacia puntos panorámicos y más ruinas históricas. La dificultad es baja, con el tramo inicial siendo el más empinado.

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Debo decir que, a primera vista y más allá de estos interesantes rincones que visitar en Heidelberg, la ciudad no me pareció distinta al resto de las ciudades alemanas. La zona alrededor de la estación central es caótica y venida abajo, las anchas calles y el tráfico me resultaron agobiantes como en la cercana Stuttgart, y no entendía por qué Heidelberg encabezaría las listas de ciudades más lindas de Alemania. Pero mi perspectiva cambió para bien al visitar la ciudad vieja.

La Altstadt, o ciudad vieja, es la verdadera atracción por la que vale la pena visitar Heidelberg si estuvieran de paso por el sur alemán. La arquitectura barroca y renacentista es una maravilla digna de aprecias, con miles de detalles y adornos en los que fijarse al caminar por sus angostas calles empedradas. Hay varias iglesias católicas y protestantes para visitar, incluyendo la casi milenaria iglesia de San Pedro, y cada pocos pasos hay pequeñas plazas ocupadas por mercados y espectáculos callejeros. La ciudad vieja verdaderamente resalta por sobre otras que he conocido en Alemania, por los motivos explicados antes.

ciudad vieja de Heidelberg
Catillo de Heidelberg iluminado, visto desde Kornmarkt

Filtrando un poco entre las tiendas para turistas, las grandes marcas globales, los hoteles y edificios administrativos encontrarán auténticas tabernas y restaurantes alemanes. La calle Untere Strasse alberga pequeños bares típicos y es el lugar donde disfrutar Heidelberg de noche. La calle principal, literalmente llamada Hauptstrasse, concentra la mayoría de tiendas. Pero mi mejor descubrimiento en Heidelberg lo hice en el callejón Bauamtsgasse: Weinstube Schnitzelbank, ideal para probar el verdadero Schnitzel alemán con vinos de la región (un Riesling semi-seco va con todo). El lugar es pequeño y la mesa se comparte con extraños, al mejor estilo de taberna medieval con paredes de piedra oscura y poca luz, y la atención fue una maravilla (y si han vivido en Alemania sabrán que esto no siempre es algo dado 😉).

Las atracciones de la ciudad vieja no terminan ahí. No se pueden ir de Heidelberg sin haber visitado la Iglesia del Espíritu Santo, la plaza del mercado (justo enfrente), y el viejo puente. Este último data del año 1788 y es todo un ícono de la ciudad. Encabezado por la puerta que marca la entrada a la ciudad vieja desde el Neckar, el puente aloja las estatuas de Carlos Teodoro (que construyó y dio nombre al mismo) y de Palas Atenea, la diosa de la sabiduría y la cultura. La vista de Heidelberg desde el puente es la postal perfecta de día y de noche.

Puente Viejo Heidelberg
Puente Viejo, Heidelberg

¿Vale la pena visitar Heidelberg?

La respuesta corta es sí, vale la pena visitar Heidelberg. Es un destino cómodo para pasar una noche o un fin de semana. Se llega fácilmente en tren desde Stuttgart o Frankfurt am Main, demorando menos de una hora desde cualquiera. La oferta de alojamiento es amplia y apta para todos los bolsillos (alojarse fuera de la ciudad vieja es más económico, aunque tu primera impresión de la ciudad seguramente termine siendo similar a la mía). En este enlace te dejo todas las opciones donde alojarse en Heidelberg.

¿Es Heidelberg la ciudad más linda de Alemania? Yo no diría que sí. Claro que es bella, diría que hasta única, pero yo no coincido con esa opinión popular. Como la belleza es subjetiva, mi preferencia está en los pueblitos de Baviera y de los valles de los ríos Mosel y Ahr 😉.


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