La tarde anterior, mientras pasábamos un día en Tafí del Valle, contratamos una excursión para conocer las Ruinas de Quilmes desde Tafí del Valle pero terminando en Amaicha del Valle. Esto es una opción: no regresar a Tafí y quedarse en Amaicha o, como hicimos nosotros, viajar de Amaicha del Valle a Cafayate.
La excursión a Ruinas de Quilmes partió de Tafí del Valle temprano en la mañana. El paisaje que acompaña es hermoso: en algunas partes recuerda a algunos lugares de la Patagonia y en otras pareciera que solo faltaba un hobbit caminando por las verdes colinas y los campos llenos de flores con casitas en la ladera de la montaña. El clima tampoco podría haber sido mejor, lo cual fue una suerte porque el verano no es la mejor época para viajar al noroeste argentino.
PARADOR EL INFIERNILLO
Al rato de haber salido de Tafí hacemos la primera parada del tour. Estamos en El Infiernillo, un lugar con magia. Bueno… magia geográfica podríamos decir. Este punto (el más alto por el que circula una ruta tucumana, según nos cuenta el guía) es la división entre el Valle de Tafí y los Valles Calchaquíes. Acá se produce la «división de los vientos» húmedos del Atlántico (que causan las lluvias típicas de Tafí) y los vientos secos que vienen del Pacífico. Por esto, al Este la imagen es verde y fértil, mientras que los valles Calchaquíes al Oeste son áridos, desérticos.
Sin embargo, por más impresionante que sea la geografía de este lugar, toda la atención se la robaba una llama, disfrutaba de la vida tomando sol mientras los turistas se sacan fotos con ella. Toda una estrella. ¿Habrá animal más fachero que una llama?
AMAICHA DEL VALLE
Seguimos camino a las Ruinas de Quilmes, volviendo a descender de altitud por la Cuesta de los Cardones. Ahora el paisaje cambió completamente, y cuesta creer que el verde de Tafí está a apenas unos minutos de este desierto en que nos adentrábamos. La ruta se torna menos amigable en este tramo porque se trata de un recorrido de cornisas, bajadas, y asfalto en mal estado. Finalmente llegamos a Amaicha del Valle a eso de las 10:30. Amaicha del Valle está a 20 km de la Ruta 40, por la cual se llega al acceso a las Ruinas de Quilmes. Es un pueblo situado a una altitud media de 2.000 msnm y de unos 1.500 habitantes.
Aunque no es un destino turístico consolidado como Tafí del Valle o Cafayate, tiene lo suyo, y hay un par de cosas que hacer en Amaicha del Valle. El atractivo turístico principal de esta localidad es su cercanía a las ruinas, pero en los alrededores también se pueden visitar el dique Los Zazos y el dique Los Cardones, además del pueblo vecino de Santa María y Fuerte Quemado (ambos en la provincia de Catamarca).
Pero lo principal que ver en Amaicha del Valle es el Museo Pachamama. La entrada al mismo no está incluida en los tours y ronda los USD 6,00 por persona, aproximadamente. El Museo Pachamama es un museo geológico, etnológico, y de arte rupestre.
Los tours a Ruinas de Quilmes desde Tafí del Valle suelen detenerse entre una hora y hora y media en Amaicha del Valle. Es el tiempo suficiente para visitar el Museo Pachamama y caminar un poco por el pueblo. Luego siguen camino por la Ruta 40 a Ruinas de Quilmes.
VISITA A LAS RUINAS DE QUILMES
Desde la Ruta 40 se deben recorrer 5km hasta la entrada a las Ruinas de Quilmes. Ahí se abona la tasa de acceso de aproximadamente USD 3,50 por persona. Con esa misma tarifa se puede hacer visita guiada o por libre. Las visitas guiadas se dan tanto en español como en inglés.
Al ingresar al lugar que fue la ciudad sagrada de los quilmes es imposible no notar un enorme cerro frente nuestro. Las ruinas están al pie de este cerro. Es el Cerro Alto del Rey y pareciera custodiar las ruinas de las construcciones que están allí hace varios siglos. En la lengua cacán, kilmee significa «entre cerros«.
El lugar fue redescubierto en el año 1897 y restaurado en 1978 con el fin de atraer a los visitantes. Hoy es una de las principales atracciones de Tucumán y del noroeste argentino.
Hay un par de teorías sobre el poblamiento del lugar por parte de esta civilización. Una de ellas dice que los quilmes llegaron desde lo que hoy es el norte chileno como consecuencia de la expansión del Imperio Inca, aunque otros historiadores objetan esta hipótesis. Lo que sí está registrado (y seguramente lo hayas aprendido en Historia) es lo que ocurrió al llegar los conquistadores en el año 1666. Tras dar batalla y perder, los quilmes fueron sometidos y obligados al exilio. Fue así como llegaron a la ciudad bonaerense que hoy conocemos como Quilmes, al sur de Buenos Aires. Si el lugar en sí mismo tiene una energía peculiar, visitarlo siendo quilmeño es algo «raro», por definirlo de algún modo.
Al día de hoy aún quedan unos descendientes -mestizos- de los quilmes viviendo en el oeste tucumano pero la lengua original que hablaban, el cacán, se perdió.
El guía recomienda empezar a recorrer las ruinas de la ciudad sagrada por el camino que asciende por el costado del cerro. No es un camino fácil pero tampoco difícil. Lo que me gustó mucho de este lugar es que se preserva bien pero no hay restricciones sobre dónde se puede ir y dónde no (salvo en algunos puntos por cuestiones de seguridad). Uno puede recorrer las ruinas a su gusto y, a pesar de eso, está en buen estado para los visitantes.
Lo que se ve en las ruinas de Quilmes son los restos de los cimientos de algunas construcciones y el resto de algunas paredes en algunas partes. Sin embargo, todo lo que se ve está restaurado pero preservando el patrimonio y respetando la arquitectura original. Un dato interesante que cuenta el guía a la entrada es que las viviendas eran construidas «hacia abajo» para que la tierra aislara el calor. Esto explica por qué la mayoría de las construcciones visibles tienen aspecto de «cimientos».
Las vistas desde arriba valen el esfuerzo y brindan una noción de lo enorme que fue la ciudad sagrada de la cual lo que se ve, según el guía, es solo el 10% de lo que originalmente fue.
2 horas son suficiente para tener un panorama de las ruinas pero si uno quiere realmente explorar cada centímetro y ascender a todos los miradores que hay puede llegar a pasarse toda la tarde aquí. Me parece que lo ideal es visitar las Ruinas de Quilmes por cuenta propia, para no estar atados a los horarios de una excursión. No obstante, recomiendo la excursión a Ruinas de Quilmes desde Tafí del Valle (también se pueden hacer desde Cafayate y hasta desde San Miguel de Tucumán). Vale cada peso.
DE AMAICHA A CAFAYATE…
El regreso a Amaicha fue rápido y allí nos bajamos. Desde la terminal de buses de Amaicha del Valle parten varios micros diarios a Cafayate, y cuestan alrededor de USD 4,50 por persona.
Cafayate es otro punto obligado que visitar en el noroeste argentino y mi favorito durante este viaje. No te pierdas mi post sobre Qué ver en Cafayate en 2 días 😉
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