Diario de viaje a Noruega en 7 días

Visitar Noruega en 7 días sonaba a uno de esos sueños de niño, inalcanzables. Habiendo crecido en la otra punta del mundo, Escandinavia era una tierra lejana, desconocida, casi onírica a la que nunca pensé llegar. La vida me llevó a vivir a Berlín, separada de Noruega por 805km de ruta y 165km de mar: un viaje de un día y un poco más, pero aún menos de lo que recorríamos con mi familia para ir de vacaciones a la Patagonia desde Buenos Aires cuando era chico. La magia de las distancias europeas.

Así emprendimos viaje. Rentamos una van en Berín y partimos en dirección a Dinamarca. Cruzamos el norte alemán, una tierra mayoritariamente llana, cultivada, con lagos y lagunas por doquier. Al pasar Flensburg, un cartel nos da la bienvenida a Escandinavia, aparecen los límites de velocidad en la autopista, y el paisaje se va volviendo un poco más ondulado conforme seguimos rumbo al norte. Cruzamos Dinamarca de sur a norte en unas 4 horas. Al atardecer llegamos a Hirtshals, un pueblo pequero en el norte danés desde donde parten algunos de los ferries a Noruega. Al día siguiente comenzaríamos a recorrer esta ruta, nuestro viaje por Noruega en 7 días:

Larvik y el inicio del viaje a Noruega en 7 días

El cruce de esta porción del Mar del Norte lleva unas 4 horas, en una noche que parecía no haber llegado nunca. No volveríamos a ver una noche con el cielo completamente oscuro hasta que regresáramos a Alemania. Las luces de la ciudad noruega de Larvik nos dan la bienvenida mientras el ferry maniobra entre pequeñas islas a la 1:00 a.m. pero aún con una delgada franja naranja en el horizonte.

El viaje en van por Noruega empezó propiamente a la mañana siguiente. Tras haber descansado en un estacionamiento junto al mar, con una vista privilegiada, nos aclimatamos a la fresca mañana estival noruega y recorrimos esta ciudad costera a unos 130 km de Oslo.

Larvik es uno de los puntos de entrada a Noruega para quienes llegamos al país en ferry desde Dinamarca. Pero la ciudad también es un destino turístico preferido por los locales, ya que hay lindas playas cercanas y goza de tener las temperaturas medias más altas del país.

Te invito a leer mi post con todos los detalles sobre cómo viajar a Noruega en ferry desde Dinamarca y Alemania para más información 🙂

Mis primeras impresiones de Noruega fueron casi familiares, por lo mucho que la colorida y prolija arquitectura me recordó a aquella de Tierra del Fuego o la Región de Magallanes, en Sudamérica. Incluso la presencia de lupinos, que siempre asocié con la Patagonia, le daban ese caracter familiar a este lugar tan lejano.

Al dejar Larvik y emprender camino en dirección a Oslo, las sorpresas vendrían por el lado de la infraestructura. En este tópico sí que no puedo comparar contra nada que haya conocido antes. Las autopistas noruegas, los túneles que cruzan montañas, los puentes que conectan túneles directamente, y el estado de los servicios públicos al costado del camino son un sueño. ¡Lo que no sabía en aquel primer día en Noruega era que apenas estaba viendo la punta del iceberg!

Larvik, Noruega
Larvik

Oslo, la cuenta pendiente

Al cabo de dos horas llegamos a Oslo, pero no entraríamos a la capital. Será la cuenta pendiente para regresar y dedicarle los días que merece. Pero una parada destacable en esta ruta por Noruega en 7 días fue parar en el complejo de ski olímpico en las afueras de Oslo: Holmenkollbakken.

En la localidad de Holmenkoll se celebran festivales y competencias de ski desde hace más de 130 años. Para las últimas olimpíadas de invierno celebradas en Oslo, se construyó una torre de salto en ski de más de 100 metros que aún se usa para competencias, pero también como atracción turística. Desde su punto más alto se puede vislumbrar toda la ciudad de Oslo, los fiordos al sur de esta, y hasta se puede descender en tirolina, haciendo frente al vértigo, claro.

Fiordo de Oslo, Noruega
Fiordo de Oslo, Noruega

Conforme dejamos las afueras de Oslo, el paisaje empieza a tornarse más montañoso. La ruta E6 nos lleva rumbo al norte, pasando por la ciudad de Brumunddal y cerca de su famosa torre de madera, el edificio residencial más alto del mundo construido enteramente en madera.

Terminaríamos el primero de 7 días en Noruega acampando junto al enorme lago Mjøsa, viviendo un atardecer a medianoche que nunca terminó de ocurrir.

Atardecer en lago Mjøsa
Atardecer eterno a la medianoche

Bienvenida a los fiordos noruegos

La cosa estaba por ponerse de película. El segundo día nos dirigiríamos a Åndalsnes, haciendo una breve parada en Ringebu.

Ringebu es un pequeño pueblo rural al costado de la carretera E6, cuyo principal atractivo es su iglesia de madera. Estos templos, llamados «Stavkirke«, son todo un ícono de Noruega. Alguna vez hubo miles de estos, la mayoría construidos durante la Edad Media. Con el tiempo, las Stavkirke fueron perdiéndose, ya sea por incendios naturales o por su deliberada destrucción tras la Reforma Protestante. Hoy en día quedan poco más de 20 en toda Noruega.

Visitar las iglesias de madera en Noruega es posible y vale la pena. En su interior, absolutamente todo es también madera. Son construcciones tan humildes como impresionantes, justamente por la simpleza y su capacidad de haber sobrevivido durante siglos.

Iglesias de madera en Noruega
Stavkirke

Seguimos ruta, pasando la ciudad de Otta, por valles que se volvían cada vez más estrechos, acorralados por montañas empinadas que proyectaban su sombra sobre nosotros. La locura estaba por comenzar: una cascada, dos cascadas, tres cascadas… y así hasta perder la cuenta.

El tramo de la E6 entre Dombás y Åndalsnes fue un sueño. Parecía una escena salida de alguna novela fantástica. Tan solo faltaban los elfos y las hadas para hacernos sentir como si estuviésemos dentro de un cuento. Finalmente llegamos a nuestro destino, y empezaríamos el primero de los circuitos en la montaña de este viaje.

guia para viajar en van a noruega
Ruta E6 en dirección a Åndalsnes

El camino a Rampestreken es uno de los trekking imperdibles que hacer en Noruega. El punto de inicio está en la ciudad, y el camino asciende por la montaña hasta llegar al famoso mirador con un muelle de vidrio que se asoma cientos de metros por encima del fiordo de Romsdal.

La ruta es corta, de no más de 2 kilómetros. Pero el desnivel es intenso: unos 500 metros. Prepárense para un ascenso empinado y constante, pero que vale el esfuerzo. Y si las piernas aún te responden al llegar, el mejor consejo que puedo darte es seguir subiendo, porque las vistas solo mejoran. Se puede ver todo el fiordo, uno de los aproximadamente mil fiordos que dan forma a la costa noruega.

En los alrededores de Åndalsnes hay varias opciones para los amantes del senderismo, con circuitos de toda dificultad. Aunque frecuentemente visitada por turistas y cruceros, la ciudad no está tan afectada por el turismo masivo como otros puntos del sudoeste noruego, por lo que es una excelente adición a tu itinerario de viaje por Noruega en 7 días (o más, ¿por qué no?).

Rampestreken, Noruega
Mirador de Rampestreken

Vida marina en Ålesund

En el tercero de nuestros 7 días en Noruega dejamos el fiordo de Romsdal en dirección a Ålesund, una de las principales ciudades del sudoeste noruego. También un importante puerto de cruceros y destino turístico, Ålesund fue para nosotros un punto de paso en nuestro camino a la Isla de Runde.

No obstante, Ålesund sí que merece una visita. Ya sea por su colorido centro histórico, la arquitectura Art Nuveau, los parques nacionales cercanos (Romsdalsfjella y Sunnmøre Alps), o el famoso Acuario Atlanterhavsparken.

El nombre de este acuario se traduce a algo así como «Acuario del Atlántico», y es justamente eso. Se centra en educar sobre la vida marina en el Atlántico Norte, casi exclusivamente realizando labores de conservación de especies autóctonas de Noruega. La notable excepción son los pingüinos de Humboldt, oriundos de Sudamérica.

Visitar el acuario es la mejor manera de acercarse al mundo submarino que se esconde más allá de las costas noruegas y vale la pena dedicarle unas dos horas para dejarse sorprender por algunos ejemplares oriundos de aguas frías y profundas que posiblemente jamás hayas visto.

La joya del viaje a Noruega: la isla de Runde

Tras unas pocas horas de rutas cruzando puentes y tomando ferries ahí donde los fiordos y el mar abierto se encuentran, llegamos a la isla de Runde. Este era el lugar sobre el que menos expectativas tenía, porque nunca había oído hablar de él. Fue también el que más me gustó de todo lo que vimos en Noruega en 7 días, y que no me cansaré de recomendar.

A Runde se accede desde el continente por medio de una cadena de puentes que comunican varias islas cercanas. Muy poca gente habita esta región, pero la infraestructura no falta. En esta isla hay apenas un solo camping, al que tuvimos la suerte de llegar justo antes de que se ocuparan los últimos lugares. Pero no se preocupen, porque también hay alternativas donde acampar en las islas cercanas.

Hay también un solo pueblo, de casas bajas y coloridas, y casi no hay árboles. A Runde se viene a avistar aves, de las más interesantes de la región. Entre cormoranes, ocas y garzas, destacan los frailecillos. Estas diminutas aves son típicas de estas latitudes, y habitan en las costas de Noruega e Islandia.

Puffins, Runde, Noruega
Frailecillos en Runde

El camino ascendente hasta el lugar donde anidan las aves se recorre en poco menos de una hora, y lleva desde la cara norte de la isla hacia el lado más rocoso, al oeste y sudoeste de esta. Hay cortos circuitos para recorrer Runde a pie, vislumbrar la fauna marina, las aves, y nuevamente deleitarse con atardeceres eternos e interminables pasada la medianoche.

Al llegar al borde de los acantilados y ver las aves volar entre el mar y las pequeñas cuevas en la roca donde anidan, la sensación es de insignificancia. Uno se siente tan pequeño como los frailecillos ante tal inmensidad. Decenas de metros más abajo, el mar. Cientos de kilómetros más allá del horizonte, el amplio océano que nos separa de la próxima porción de tierra: Islandia. Y miles, literalmente miles de aves brindando un espectáculo natural que en pocos otros sitios se repite.

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La mejor época para ver los frailecillos en Runde es el verano. El mejor momento del día es al atardecer, alrededor de las 21:00 cuando las aves regresan a las rocas y dan finalizado el día de pescar alimento en el mar. No hace falta pagar nada para acceder a estos caminos en la isla de Runde, que resultó ser también el lugar más económico de todos los que visitamos en nuestro viaje por Noruega en 7 días. La paz es absoluta, el turismo no es masivo, y la Naturaleza es impecable.

Más información sobre nuestro itinerario de viaje de 7 días por Noruega, precios, y consejos útiles te comparto en este post: Guía para viajar a Noruega en van.

visitar Runde, Noruega
Sol de medianoche en Runde

Montañas, lagos, y cascadas de camino al Sur

Los siguientes dos días serían días de ruta, atravesando áreas naturales protegidas, parando a la vera del camino a comer y disfrutar de los lagos noruegos, cruzando fiordos vía ferries y puentes, y sorprendiéndonos con las cascadas que vuelcan su agua a metros de la carretera.

El primero de estos dos días de carretera implicó cruzar el Parque nacional de Jostedalsbreen, uno de los tantos parques nacionales noruegos que esconden lagos, picos con nieves eternas, y un gran glaciar. Pasábamos pueblos diminutos, casas aisladas en el medio de la nada, y alguna que otra pequeña ciudad. Atravesábamos montañas por túneles que culminaban en puentes, que conectaban dos túneles entre dos montañas, sobre valles. Una locura. Así, íbamos pasando por todas las geografías de las montañas noruegas: fiordos, valles, lagos rodeados de árboles, pero también por riscos y zonas de alta montaña, sin vegetación, con las nubes envolviéndonos.

Dormimos en un camping cerca de Hafslo, una de las principales ciudades de la región (aunque aún así, chica) desde donde se pueden visitar dos de las iglesias de madera más famosas de Noruega: Urnes y Borgund.

viaje a Noruega en 7 días
Vistas al costado del camino

Al día siguiente, las rutas se tornarían un poco más estrechas, con caminos de cornisa y tramos donde solo se puede circular en una dirección. Claro que esto está ordenado, ya sea por un oficial de tránsito o un semáforo para habilitar la circulación en una u otra dirección. Las rutas noruegas no son fáciles, pero sí que son alucinantes.

La cereza del postre fueron las rutas 13 y E134 al sur de Odda, más precisamente las cascadas Låtefossen y Flesefossen. Esta pequeña ciudad, que a simple vista no dice nada, está en el medio de un valle rodeada del Parque nacional de Folgefonna, donde se encuentran algunos de los glaciares más grandes de Europa.

Desde Odda se puede llegar al punto de inicio del sendero de 27km a Trolltunga. Se trata de una peculiar formación rocosa, situada sobre un lago, con uno de los puntos más fotogénicos que ver en Noruega. En esta oportunidad no pudimos hacer este sendero por el mal clima, pero quedará pendiente para la próxima.

Las rutas estrechas, eventualmente, volvieron a la normalidad. Tras dos días habíamos vuelto al Sur del país. Pasamos la pequeña ciudad de Jørpeland y llegamos a la anteúltima parada de nuestro recorrido de 7 días en Noruega: Preikestolen.

Preikestolen, el imperdible que ver en Noruega

También conocido como «el Púlpito», es una joya natural que presume de su reputación como uno de los mejores destinos que visitar en Noruega (y compite contra Trolltunga por el título del lugar más fotogénico del país).

La caminata hasta Preikestolen es una experiencia en sí misma: pasando por bosques y claros, en ascenso, hasta llegar a la mítica roca. El trayecto son poco más de 4km en un desnivel de aproximadamente 500m. Entre ida y vuelta te llevará unas 4 horas. Las vistas fueron todo lo que esperaba y más. ¡y se ponían mejor al seguir subiendo, más allá del punto final del sendero donde todos los turistas se detienen!

preikestolen-noruega
Preikestolen

La caída de la pared de piedra es de unos 600 metros. Los barcos que circulan por el fiordo Lysefjord parecen del tamaño de hormigas. Aunque en los 4 km de sendero uno va oyendo decenas de idiomas distintas, al llegar al final lo único que se escucha son exclamaciones de asombro. El vértigo se siente, aunque nunca lo hayas tenido. No obstante, la tentación de asomarse al filo de la roca es difícil de combatir. El sitio es totalmente alucinante, pero también impone respeto.

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En la región de Jørpeland acampamos en el campamento Preikestolen. Lo recomiendo como alternativa al campamento base (más cercano al punto de inicio del sendero a Preikestolen), por las buenas instalaciones y menores costos. Para llegar al punto de inicio del sendero, desde el campamento existen tránsfers por el equivalente a EUR 12 por persona. Al llegar no hay que pagar entrada, a no ser que vayas con vehículo propio y estaciones en el sector de servicios. Esto cuesta unos EUR 25 por vehículo.

Preikestolen fue el punto más agobiante del viaje a Noruega por la cantidad de turistas – nosotros siendo dos más, claro. En la temporada alta, el lugar es frecuentado por gente viajando en van, locales, pero también por los pasajeros de cruceros que atracan en Stavanger. La mejor recomendación que puedo dar es planificar el acampe con tiempo y, en la medida de lo posible, reservar con anticipación.

sendero a Preikestolen
Preikestolen desde arriba

Stavanger y el fin del viaje a Noruega

El último día dejamos el campamento y partimos en dirección a Stavanger, una de las principales ciudades de Noruega. Originalmente concebida como un asentamiento vikingo, la ciudad fue pasando por distintas etapas hasta convertirse en el tercer puerto más importante del país, detrás de Oslo y Bergen.

A Stavanger llegamos cruzando el túnel Ryfylke, el túnel submarino más largo del mundo: 14,4 kilómetros. Ostenta también del título del más profundo del mundo, llegando a los 292 metros bajo el nivel del mar.

Stavanger Noruega
Stavanger

Stavanger es, como todo en Noruega, colorida, simple, prolija, y llena de detalles. Desde los adornos en las ventanas de las casas hasta el arte callejero o pintadas en las veredas hasta antiguas torres y extraños monumentos, la ciudad capta tu atención. Es un importante puerto de cruceros y la mayoría de los atractivos se concentran en los alrededores del puerto, como el mercado local, los pequeños cafés, y las tiendas tradicionales. Pero la ciudad también posee un par de museos, incluyendo el museo vikingo, que expone la historia de la región e ilustra los tiempos en que vivieron estos exploradores.

Stavanger fue el cierre perfecto a nuestro viaje en van por Noruega. Desde la ciudad viajaríamos unas pocas horas más hasta Kristiansand, desde donde un ferry nos devolvería a Dinamarca.

Me fui de Noruega queriendo volver, con ganas de más, impresionado con su infraestructura, sus paisajes, su elegancia pero también su simpleza. Un país absurdamente rico que no ostenta de serlo, con gente de pocas palabras pero muy hospitalaria, con mucho que descubrir.

Puerto de Stavanger
Puerto de Stavanger


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