Viajar a los parques de Orlando fue realmente un viaje a otros mundos y, viéndolo en retrospectiva, me inspiré a escribir esto: las 3 cosas que aprendí en Walt Disney World y Universal Studios.
La magia existe
Sí, soy perfectamente consciente de que el Sombrero Seleccionador del castillo de Hogwarts en Universal Islands of Adventure es un robot… no me refiero a esa clase de magia. Me refiero a ese sentimiento que invade tu cuerpo cuando estás frente a los actores que representan a los personajes que acompañaron tu infancia, y que solo puede explicarse como «mágico».
Me refiero a esa sensación que se apodera de vos cuando te encontrás con esa combinación de efectos especiales, ambientación, diseño, música y colores que integran cada parque. La ingeniería detrás de cada atracción, el talento puesto en cada presentación, los detalles cuidadosamente pensados en cada parque y edificio. Todo hace que te sientas en un mundo mágico, una dimensión paralela de la Tierra. Porque estando ahí te maravilla hasta la cosa más insignificante y te hace olvidar de cualquier problema.
Es difícil decir cuál de los dos mega-parques es el más mágico. Aunque Universal me pareció el más entretenido, Disney fue el que más me emocionó. Y es que no importa si tenés 5, 18, o 50 años… cuando los personajes de los clásicos se pasean delante tuyo durante el parade, hasta el más duro suelta una lágrima.
Esa es la magia de los parques: logran devolverte la inocencia que tenías cuando eras niño.
Disney no es solo para niños
Esta es la creencia más errónea en torno a los parques de Disney. Lo escuché antes de viajar allá y me lo preguntan 3 de cada 4 personas que me escriben preguntándome sobre este viaje: ¿Los adolescentes y adultos no se aburren en Disney?
No. NO. ¡NOOOOOOO!
¡No puedo entender cómo alguien pudiera aburrirse en Disney porque hasta esperar en las filas se hace entretenido!
Sí es cierto que algunos parques pueden resultar menos atractivos que otros para el público adulto, pero no lo suficiente como para aburrirse. Por ejemplo, Magic Kingdom, la típica postal de Disney con el castillo de Cenicienta y todos los personajes de los cuentos. Es el parque con las atracciones más suaves y quizás el más apto para niños pequeños, pero te garantizo que es difícil aburrirse. Si no te entusiasman las atracciones, seguro vas a disfrutar el parade. Si no te gusta el parade, seguro los personajes que se pasean por el parque hablando con la gente te van a sacar una sonrisa. Hay algo para todos, y eso es lo genial.
Es más, yo creo que es más probable que un niño (hablamos de 10 años o menos) se aburra en Disney. Suena loco, ¿no? ¿Cómo se va a aburrir un niño en ese mundo mágico? Bueno, los parques son enormes, algunos toman más de un día para llegar a conocerlos por completo, hay mucho para caminar, muchas horas bajo el sol… no es sencillo para los niños.
Por ese (y más motivos) es que recomiendo viajar a Disney y Universal en familia cuando los chicos ya no lo sean tanto. Los invito a leer más en mis Consejos para viajar a Disney y Unviersal. 😉
El mundo puede vivir en paz
Si algo me sorprendió, más allá de las atracciones de cada parque, fue la cantidad de gente de todas partes del mundo que viajan a Orlando para disfrutar junto a sus familias o amigos.
Recuerdo, en el último día de visita a parques, estar viendo el espectáculo de fuegos artificiales en Epcot. El mismo llevaba el nombre de «IllumiNations» y era una puesta en escena de fuegos artificiales y efectos especiales acompañados de imágenes de nuestra Tierra con una linda música de fondo. El mensaje era la unión de los pueblos y el cuidado de la Madre Tierra. Todos compartimos aquel espectáculo, algunos llegando a emocionarnos con la belleza y la diversidad de nuestro mundo (que es el objeto de ese espectáculo). Me han dicho que es irónico escuchar ese mensaje de unión y paz en un país como Estados Unidos, pero no se puede culpar a Disney por las decisiones que se toman en Washington.
En los parques de Orlando disfrutan en paz latinos, estadounidenses, gordos, flacos, cristianos, hindúes, musulmanes, asiáticos, negros, blancos… Nadie tiene problema con nadie. Todo es alegría. Nadie se fija en qué tenés puesto, en tu color de piel, o en tu forma de hablar. Cada uno es quien es, y todos están bien con que así sea. Se respiran una felicidad y una armonía contagiosas que no puedo plasmar en palabras. Hay que verlo para entenderlo. Es casi utópico.
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