Buenos Aires no deja de sorprenderme. Cada vez que visito la capital argentina me encuentro viajando sin viajar. La «Noche de los Museos» es un evento anual donde más de 200 museos y centros culturales de la ciudad abren al público de manera gratuita desde las 8:00 p.m. hasta las 3:00 a.m. del día siguiente. Fue la ocasión perfecta para conocer el Palacio Cangallo, un edificio del que jamás había oído hablar y que, detrás de sus paredes, esconde muchísimos más secretos de los que seguramente imaginamos. 

El Palacio Cangallo es la sede de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Su edificio, ubicado en la calle Perón 1242, fue inaugurado en marzo de 1872.

El edificio, de dos plantas, tiene una fachada principal cóncava que se aleja un poco de la línea de calle. Las paredes son de color blanco y la bandera argentina flamea en su entrada sobre el símbolo de la escuadra y el compás, característico de la masonería.

El Palacio Cangallo no puede visitarse normalmente. Por eso la Noche de los Museos es la mejor oportunidad de acercarse a este secreto porteño. Para más información sobre esto pueden leer mi post Qué ver en Buenos Aires gratis.

Palacio Cangallo noche de los museos
Fachada oval del Palacio Cangallo

La cola para ingresar se extendía casi hasta la esquina, pero no demoramos más de 10 minutos en ingresar al edificio. Un grupo de hombres de traje y rostro serio saludaban a quienes ingresábamos al Palacio Cangallo e iban limitando la cantidad de personas para no atestar la planta baja de gente.

Al entrar nos encontramos en un elegante pasillo con dos puertas a los lados y una gran escalera al fondo. Solo la puerta del lado derecho estaba abierta y conducía a una sala donde pudimos apreciar pinturas relacionadas con la masonería: el águila bicefála, el ojo dentro del triángulo, y el número 33 eran los elementos que se podían encontrar en la mayoría de las pinturas y que me transportaban a las páginas de «El Símbolo Perdido«, de Dan Brown.

Siguiendo hacia adelante, subimos la escalera hacia la planta alta, mientras más hombres de traje parados a los costados nos saludan y nos dan la bienvenida. Cuando terminamos de subir nos encontramos en un gran salón con piso de madera, escaleras a ambos lados conduciendo a una especie de balcones, antiguas sillas de madera aguardando al masón que se sentara en ellas y, al fondo, un sector elevado con una mesa y varias sillas, de las cuales la del centro era la más grande y junto a las cuales había banderas de países de todos los continentes.

El cielorraso representa al cielo, con el Sol en una punta y la Luna en otra, y desde aquellos balcones se podía apreciar bien una enorme obra de arte llamada «Energía Universal«:

Palacio Cangallo noche de los museos
Gran salón
Palacio Cangallo noche de los museos
«Energía Universal»

No pasaron más de dos minutos cuando una especie de telón se cerró sobre la entrada por la que habíamos accedido al gran salón, también custodiado por hombres de traje y un joven, que no parecía tener más de 20 años y que portaba un tipo de bastón alto en su mano derecha.

Un señor canoso, también de traje, tomó un micrófono y se ubicó a un costado del salón para hablar y darnos la bienvenida a su templo. En pocas palabras resumió los ideales de la Logia: «Igualdad, Libertad, Fraternidad» y, entre otras cosas, nos dice lo siguiente:

«La Masonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista, que tiene por objeto la búsqueda de la Verdad, desechando el fanatismo y abordando sin prejuicios todas las nuevas aportaciones de la invención humana; estudia la moral universal y cultiva las ciencias y las artes sin poner obstáculo alguno en la investigación de la Verdad…»

Cuando el hombre termina de hablar, todos aplaudimos. Acto seguido, el joven junto a la entrada al salón golpea el bastón contra el suelo de madera haciendo que algunas personas se sobresaltaran, mientras que otro hombre de traje nos ordena ponernos de pie para recibir a las autoridades del templo.

Todos obedecemos mientras vemos pasar a un grupo de hombres de traje que lucían insignias en sus sacos. Cubrían sus manos con guantes blancos. Algunos de ellos se ubican de pie, enfrentados, en el centro del salón dejando un espacio como de pasillo entre ellos. Todo transcurre en absoluto silencio. Con una mano en el pecho y sin perder la postura firme, miran al frente mientras las autoridades máximas pasan por el pasillo que dejaron entre ellos para ubicarse en las sillas detrás de la mesa al fondo del salón.

Finalmente, se nos anuncia que tomamos asiento. Las autoridades hacen lo mismo, tomando sus lugares en distintas posiciones del salón.

Palacio Cangallo noche de los museos
Abajo, autoridades masónicas vistiendo sus trajes

Sentado en la silla más grande (que alguna vez ocuparon Sarmiento, Yrigoyen y muchos otros) un señor habla con un micrófono dándonos la bienvenida y comienza a hacerle preguntas a un orador. Las preguntas eran del tipo «Estimado señor orador, díganos cuál es el deber masónico» o «Señor orador, ¿quiénes fueron hombres ilustres en la masonería?«.

El orador nos habla del deber masónico, que es el respeto hacia los derechos del individuo y de la sociedad, y el estricto cumplimiento de las obligaciones para con los otros y consigo mismo. Luego, las palabras del orador nos transportan al pasado mientras el señor menciona una larga lista de masones que sorprendió a muchos de los presentes: la lista incluía personalidades como Voltaire, Goethe, Beethoven, Mozart, Napoleón, Federico el Grande, Garibaldi, Byron, Víctor Hugo, Bolívar, etc… También menciona a masones argentinos como José de San Martín, Manuel Belgrano, Vicente López y Planes, Florentino Ameghino, Manuel Montes de Oca, Guillermo Rawson, Ignacio Pirovano, Bartolomé Mitre, Santiago Derqui, Justo José de Urquiza, Bernardino Rivadavia, Domingo F. Sarmiento, Juárez Celman, Roque Saenz Peña, Hipólito Yrigoyen, Leandro N. Alem, Eduardo Wilde, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, y José Hernández, entre muchísimos otros.

Un dato interesante que dijo la autoridad máxima mientras hablaba fue que la famosa frase «Los hermanos sean unidos, porque esa es la Ley primera» del Martín Fierro, fue escrita por José Hernández en referencia a la hermandad masónica… 

También se nos cuenta que la Masonería ya no es una sociedad secreta en cuanto a la Institución legalmente constituida; cuenta con personería jurídica desde 1879 y sus fines son conocidos por cuanto están enumerados en los Estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundidos en diversos medios. Pero, en época de persecución que en algunos países se lanzó contra la Masonería, era lógico que varios grupos se constituyeran  en secreto. No obstante, las Logias mantienen resguardada información tal como la interpretación de varios símbolos y ritos.

La Masonería no está afiliada ni puede afiliarse a ninguna religión; elevándose sobre todo, ofrece a los amantes de la Verdad el terreno más apropiado para la inteligencia mutua y la unión fraternal. Las palabras que nos dicen terminan enviando el mensaje de que la Masonería es una sociedad muy tolerante y que, independientemente de la raza, cultura, o nacionalidad de cada masón, todos constituyen una sola familia universal, pues la fraternidad humana es uno de sus principios.

Las autoridades del templo se retiran con todos los observadores de pie, y nosotros abandonamos la sala. Al salir uno se percata de la existencia de otras puertas en la planta alta, también cerradas y custodiadas.

Es imposible abandonar el Palacio Cangallo sin pensar en todas las discusiones, charlas y debates que han ocurrido en esas salas. Uno no puede salir del Palacio Cangallo sin preguntarse qué otros secretos se ocultarán detrás de esas paredes… se sintió como si todo lo que nos acababan de mostrar y todo lo que nos acababan de decir fuese tan solo la punta del iceberg. Realmente fue una de las mejores visitas que haya hecho en Buenos Aires, y un acercamiento a una de las caras más misteriosas y fascinantes de la capital argentina.

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