Habiendo pasado un viaje de 3 horas a desde Villa Unión hacia Chilecito, a través de la Cuesta de Miranda, nos encontrábamos a la terminal de ómnibus de esa ciudad (la segunda en importancia en la provincia de La Rioja) aguardando la salida del micro que la une con Famatina, unos 35 km al norte. 

La empresa que hace el recorrido es «Transporte Ciudad de Chilecito» y tiene un valor equivalente e unos USD 3,00. El recorrido de, supuestamente, 45 minutos terminó durando media hora más de lo esperado porque un vehículo impactó contra el micro mientras salía de Chilecito, demorándonos. Afortunadamente, el choque fue algo leve y nadie resultó herido ni mucho menos.

Fue así como llegamos a la plaza de Famatina, pasadas las 9 de la noche. No teníamos ni un mapa de la ciudad, ni teléfonos de hostels, ni señal de celular. Mi amigo Ian con la presión por el piso y al borde del desmayo. Las condiciones no eran óptimas, pero fue acá cuando dependimos de la solidaridad y bondad de la gente. Y en La Rioja saben de solidaridad.

Frente a la plaza de Famatina notamos un lugar de comidas llamado «Comedor San Nicolás«. Nos llamó la atención la fachada azul. Entramos a preguntar dónde habría un hostel donde pasar la noche. La señora que nos recibió en el comedor fue más que gentil; nos invitó a sentarnos, charló un rato con nosotros, y luego llamó a quien creo que era su marido para averiguar dónde había camas disponibles. El hombre, muy cordial, llamó con su propio teléfono a los hospedajes de la zona pero todos estaban ocupados, así que nos sugirió ir a la hostería del pueblo, a donde también llamó personalmente para avisar al dueño que íbamos en camino.

Agradecidos, nos dirigimos a la Hostería Famatina, a una cuadra de la plaza. Allí nos recibió Daniel, el dueño, que también nos ofreció el parque de la hostería por si queríamos armar allí la carpa. Cuando fui a pedirle al dueño un esfigmomanómetro, una chica que estaba en el sillón de la entrada se incorporó de inmediato y, sonriendo, exclamó «¡Mi mamá es enfermera!«. Acto seguido, salió de inmediato a buscarla.

La enfermera, con la mejor voluntad, le tomó los signos vitales a Ian, habló con él de los síntomas, y le dio un par de recomendaciones. Quisimos pagarle por su servicio pero se negó. «¡No! ¡Esto lo hago de corazón!«, nos dijo.

Ya a esa altura estaba completamente enamorado de Famatina, un pueblo de menos de 2500 habitantes, y ni siquiera lo habíamos visto de día.



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Pasadas las 22:00 y habiendo dejado a Ian descansando, Dara, Franco y yo fuimos al Comedor San Nicolás para cenar algo. Antes de tomarnos la orden, la señora preguntó por Ian y charló un rato con nosotros. Le contamos nuestros planes de ir a Chilecito la tarde siguiente y que estábamos ajustados con el itinerario porque el sábado debíamos a estar en La Rioja Capital. Comencé a notar que los habitantes de Famatina hablan de Chilecito sin ganas, no les gusta, no les gusta ni la ciudad ni el clima agobiante. Aunque los separan poco más de 30 km, el clima en Famatina es mucho menos caluroso y más seco. Además, los habitantes de este pueblo están orgullosos de ser de ahí, orgullosos de su estilo de vida, y orgullosos de su comunidad.

Cenamos, pagando mucho menos de lo que hubiese costado la misma comida en Buenos Aires, y nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente aprovechamos el desayuno de la hostería para llenarnos bien y hablamos con el dueño sobre los lugares para conocer. No contó que el pueblo en sí no tiene mucho para ver, pero que los alrededores son hermosos. Nos aconsejó ir a conocer «el corte».

CONOCIENDO LAS SIERRAS DE FAMATINA

Famatina es un pueblo homónimo al sistema serrano que se ve desde varios puntos de la provincia. El cerro que coloquialmente llaman «el Famatina» en realidad se llama General Belgrano. En este cerro hay minas de oro, siendo La Mejicana la más famosa (ahora abandonada y cuyo cablecarril se puede visitar en Chilecito). Con tal oro se acuñaron monedas argentinas en el siglo XIX y las minas del cerro fueron disputadas entre unitarios y federales en ese mismo siglo.

En las sierras del Famatina se hace mucho turismo aventura (cabalgatas, escalada, montañismo, vuelos de parapente, etc.). Pero no se puede acceder libremente a cualquier parte de las sierras. Hay sectores cerrados por los mismos habitantes del lugar para impedir que se retome la exploración del cerro por parte de las compañías mineras: el conocido Corte.

Nos pareció muy interesante ir a ver el lugar. Recordaba que hacía pocos años hubo mucha polémica con las empresas extranjeras (de capitales chinos y canadienses) interesadas en seguir explotando el Famatina. Ante la falta de interés de parte del Gobierno riojano para proteger esta maravilla natural, los vecinos se organizaron para impedir el acceso a las exploraciones.

Para llegar al Corte tomamos un taxi en la plaza de Famatina. El chofer, «el negro Gabriel», tenía la misma bondad y buena onda de todos los habitantes de Famatina que tuvimos la suerte de conocer. En el trayecto nos fue hablando de la lucha que mantienen los lugareños contra la minería y la manera en que varios cursos de agua en las sierras ya están contaminados (consecuencia de las minas que había en las cercanías). Basta con ver las paredes del pueblo para entender la importancia que le dan los habitantes a este asunto, hay murales que rezan «El Famatina no se toca» en cada calle.

El camino al Corte (en la zona de Alto Carrizal) dura cerca de 20 minutos. Gabriel nos cobró la mitad de lo que debería porque le gusta que los viajeros visiten el Corte y ayuden a dar difusión a la problemática, y nos dice que lo llamemos cuando queramos que nos venga a buscar para regresar al pueblo.

Los encargados de cuidar la barrera nos dejan pasar solos, pero no sin antes invitarnos a desayunar.

Al ingresar a la zona del corte seguimos un camino de tierra y cruzamos el lecho de un río seco, cada vez más cerca de las montañas. Tras varios minutos de caminata llegamos a ver arroyos de agua color ocre. El color es natural, y proviene de las montañas arrastrando decenas de minerales disueltos. Todo el paisaje, y los recursos de los que se valen varios pueblos riojanos, están amenazados por los intereses de unas pocas multinacionales en acuerdo con gobiernos corruptos. Invita a pensar pero, más que nada, a informarse. Resulta indignante la poca información que nos llega a Buenos Aires desde estos rincones del país y acerca de lo que pasa ahí.

No todos los cursos de agua de las sierras de Famatina están impolutos. Algunas actividades antrópicas realizadas con el fin de explorar el terreno para su explotación ha contaminado algunos cursos de agua. También hay algunos cauces que se contaminaron por escorrentía, por la presencia de mineras cercanas. Los riojanos entienden que, en una provincia donde la falta de agua es uno de los principales problemas, no pueden permitir la contaminación de la misma.

Famatina La Rioja
Estanque de contención de agua en la zona del Corte

Las Sierras de Famatina proveen el agua que usará el pueblo para su vida diaria. La misma proviene, principalmente, de glaciares subsuperficiales que existen en estas sierras (que en su punto más alto superan los 6000 msnm). «El agua vale más que el oro» puede leerse en muchas paredes del pueblo, y es esa reserva subsuperficial de aguas lo que está en riesgo. Desde el 2012, cuando se reautorizó la exploración del terreno para la explotación aurífera, los habitantes de Famatina, Chilecito y alrededores, han estado llevando adelante esta lucha de la que hoy están orgullosos (y con mucha razón). Pero defender nuestros recursos naturales no es solo responsabilidad de las poblaciones afectadas sino de todos los argentinos porque, en realidad, nos afecta a todos.

DE VUELTA EN EL PUEBLO

Tres horas después, nuevamente en el taxi, «el negro Gabriel» nos sigue informando sobre la situación en Famatina y se ofrece a llevarnos de vuelta al pueblo por un camino alternativo, para que conozcamos la zona de Bajo Carrizal -donde él vive- y los alrededores.

En el camino vemos modestas iglesias, casas de colores, gente que saluda al chofer como a un amigo (y eso es casi toda persona con la que se cruza) y campos verdes con las montañas al fondo. Es un paisaje hermoso y que contrasta con la imagen desértica que habíamos visto en la provincia hasta entonces.

Famatina La Rioja
Bajo Carrizal, La Rioja

Finalmente, llegamos a la plaza del pueblo y nos bajamos del taxi (esta vez pagándole el total del viaje contra su voluntad). Gabriel nos incita a visitar el interior de la iglesia de Famatina para ver al Jesús articulado, del cual habla con un orgullo que no logramos entender del todo.

Luego de un almuerzo (empanadas fritas de las más ricas que haya probado hasta entonces) decidimos aprovechar el poco tiempo que nos quedaba en el pueblo para subir hasta el mirador de la cruz.

Famatina La Rioja
Empanadas riojanas

Estuvimos un buen tiempo buscando el camino para empezar el ascenso, ya con calor, y comenzamos a subir teniendo cada vez más vistas del pueblo y las sierras. El mirador es la etapa final de un circuito de Via Crucis que toma entre 30 y 40 minutos de ida.

Las vistas desde la cima, a la que cuesta un poco llegar (y que nos decepcionó enterarnos, al bajar, de que no medía más de 100 metros de alto) son hermosas; tenemos todo el valle a nuestros pies y las sierras de Famatina frente a nosotros, una estupenda postal para despedirnos del pueblo.

Famatina La Rioja
Mirador de la Cruz
Famatina La Rioja
El Valle desde el mirador

Nos despedimos de Daniel y de Famatina pensando en volver. El viaje continuaba hacia Chilecito, donde estaríamos unas pocas horas y sin ganas de quedarnos más… Es que después del encanto de Famatina, Chilecito nos pareció gris, polvorienta, muy calurosa, y la tormenta que se desataría aquella noche no ayudaría a mejorar nuestra experiencia en la ciudad. Nuestro viaje todos juntos terminaría allí, desde donde Dara y yo continuaríamos camino hacia Catamarca.

Famatina realmente significó mucho para mi y dejó marca. Es para mi la evidencia de que aprender viajando es la mejor manera de aprender, como te cuento en mi más reciente post: Lo que aprendí viajando por Argentina que la escuela no me enseñó. Te invito a leerlo 🙂

Famatina La Rioja
¡Hasta la próxima, Famatina!

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2 Responses

  1. Buenísimo lo que cuentan, gurises. Me dio ganas de conocer a esa gente, y me enorgullece que paseando por ahí se hayan sentido llamados a difundir la problemática de ese pueblo, que es la de todos los Terrestres!!

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